La construcción del sentido de identidad del venezolano tiene un importante ingrediente relacionado con dos puntos de inflexión de nuestra historia contemporánea. Los años 40 y 50 del siglo pasado, por una parte; y lo que va del presente siglo, por la otra. En el primero, se dio inicio a un largo proceso de inmigración, que duraría buena parte del siglo pasado y traería a nuestras costas cientos de miles de ciudadanos venidos del otro lado del atlántico, que buscaban en estos parajes una tierra de oportunidades, un lugar para volver a comenzar, ofreciendo un importante aporte al permanente mestizaje de esta tierra con 6.000 kilómetros de costa. El otro extremo de la historia cuenta la partida del hogar de uno de cada cuatro venezolanos en busca de un horizonte que se les hacía esquivo en su propia tierra.
Aquella primera ola de migrantes fue sucedida por otras, de ciudadanos de diversas nacionalidades, que encontraron en Venezuela una oportunidad de dar con su lugar en el mundo. Son los venezolanos de este siglo los que, en masa, buscan ese lugar en los más diversos rincones del orbe.
Esta recopilación de historias muestra algunas de esas que encontraron, tras diversas circunstancias y caminos, ese lugar donde permitirse los sueños que les fueron negados en su país.
La migración es un proceso fascinante. Eso de dejar atrás el mundo conocido para adentrarse en una aventura hacia lo desconocido, hacia algo ajeno que hay que volver propio, es el símil perfecto de la vida como proceso de autodescubrimiento. Los diversos momentos de ese proceso, complejo y no pocas veces dolorosos, han sido protagonizados por millones de nuestros compatriotas. Y no solo las historias de partida. El regreso y la vuelta temporal al hogar luego de muchos años fuera forman parte de esa experiencia colectiva que estamos experimentando como nación, sea como protagonistas, sea como testigos, completando el mosaico de miradas sobre la propia tierra: la del que se despide sin saber cuándo la volverá a ver y la del que regresa encontrando en ella un lugar tan entrañable como distinto. E incluso la mirada de aquellos hijos de los que encontraron aquí un hogar, que partieron a la tierra de origen de sus padres, tratando de encontrar un nuevo hogar.
Es por eso que no se puede hablar de Venezuela, del venezolano, de nuestra identidad o de un relato que nos reúna, sin hablar de un tema tan importante como lo es la migración.
Esta colección recoge historias de venezolanos que, por las razones que sea y las motivaciones que los condujeron a ello, encontraron un lugar al que llegar en una tierra ajena.
Una pareja de periodistas, en los años más duros de la represión, deciden hacerse migrantes erráticos y consiguen su hogar en donde estén juntos. Un joven abogado consigue trabajo en su área dada su venezolana habilidad de conversar con franqueza. Una cronista de viaje que se descubre dónde está ese algo que necesita para completar su sentido de la felicidad. Un joven político que hizo carrera en la tierra de sus ancestros portugueses. Un joven escritor que tropezó en las calles de Montevideo a esos amigos que debió encontrar dos meses antes, y le cuentan una hermosa historia de amor. Esas son algunas de las quince historias que se podrán encontrar en estas páginas. Historias de resiliencia, de capacidad de reinventarse, de asumir riesgos, de lidiar con la nostalgia, de esperanza y de crecimiento. Historias de vidas, de valor y de horizontes que se ensanchan.
Historias que ellos contarán a sus hijos. Y estos a los hijos de sus hijos.
Para seleccionar esta muestra se usó como parámetro reunir historias de migrantes que, sean cuales sean las razones por las que se fueron, lograron establecer un nuevo hogar. Es decir, en algún sentido son historias de migraciones logradas. Las razones, las vicisitudes, los dilemas de cada una varían con cada circunstancia, pero se trata de migraciones asumidas, con todo lo que eso supone. También se intentó abarcar tanto historias testimoniales como historias contadas por terceros, así como abarcar la mayor experiencia posible en función de las latitudes de destino. De esta manera, se recogen experiencias migrantes de venezolanos en diversos países de América y Europa, acompañándolos en sus caminos hasta el lugar al que los llevó el destino, en Chile, Argentina, Colombia, Ecuador, Uruguay, Hungría, Portugal, Estados Unidos y varias ciudades españolas, como Madrid, Valencia y Barcelona.
Nuestros migrantes llevan consigo el imaginario en el que crecieron. Ese, que ya venía mestizado con una voluminosa inmigración, tanto de varios países de Europa, como de los vecinos del continente, entre los más numerosos. Todo eso aportó a nuestra idiosincrasia características en las que sentimos lo venezolano, como hacer de la paella y la tortilla de papas algo peculiarmente común entre nosotros, o tener nuestra propia versión del arroz chino. De esa misma manera, esos venezolanos que extienden nuestro imaginario al resto del mundo, llevan la arepa, el tequeño y la hallaca allá donde estén, mezclando con los propios de sus destinos, sus modismos, sus claves sociales y su modo de entender la vida.
Esto es lo que se propone este volumen: ofrecer una muestra de esas historias que comienzan a germinar en territorios desconocidos, otra forma de ser venezolano.
Lean sus historias, acompáñenlos en su camino y compártanlas con otros.