Jóvenes Autores VII – VIII (Prólogo)

En el excelente prólogo que hizo para ese hermoso libro de Paul Auster, titulado El cuaderno rojo, el escritor, traductor y periodista español Justo Navarro señaló que “recordar que las personas son terriblemente frágiles es una obligación moral”. Es decir, que es tanta la fragilidad de nuestro paso por el mundo, que recordarlo es rendir un tributo a esa condición. Lo que corresponde a señalar, de igual manera, que escribir, como una de las tantas formas de asentar el testimonio de nuestro paso por la vida, termina por ser un imperativo para con nuestra efímera condición humana.

Escribir entonces obedece, más que a un impulso irresistible, a un secreto —aunque fallido— deseo de permanencia. El hombre, que está hecho de tiempo, cuenta historias también hechas de tiempo para atenuar su efímera estancia por el mundo.

Y ese deseo de arraigo lo lleva a testimoniar no sólo su paso por la Tierra, sino también por su porción de esta. Quiere contar las historias de su comarca. El hombre, en sus hábitos más inocentes, precisa su singularidad. Y si alguna forma literaria cuenta con inconsciente honestidad, esas singularidades de la tribu constituyen —sin duda— la ficción. En ella, los autores relatan anécdotas salpicadas de gustos y hábitos, actitudes y naturalezas, formas de pensamiento y valores, terrores y anhelos. El escritor, para dar credibilidad a sus historias, las alimenta con la misma materia con que alimenta su entorno.

Los creadores presentes en este volumen no escapan a estos mandatos naturales. Escribieron cuentos para dejar constancia de su paso por la vida, en los que atmósferas y situaciones hablaban de nuestra realidad más que cualquier estudio sociológico. Son los testimonios de 18 jóvenes autores que ofrecieron, en sus ficciones, sus testimonios de esos duros años que van del 2012 al 2014. Años que corresponden a los de la salida de escena de un personaje que copó todos los espacios de la vida pública nacional, y de una transición que no termina de tomar forma en medio del caos imperante por unas erráticas políticas económicas, un país agotado de la pugnacidad y de una lacerante realidad que vuelve a sus habitantes sobrevivientes sin rumbo ni certeza acerca de su destino.

En este volumen se registran los textos ganadores y finalistas del Premio de Cuento Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores de las ediciones correspondientes a los años 2013 y 2014, VII y VIII edición, respectivamente. El jurado encargado de escoger los 18 cuentos que componen esta muestra estuvo conformado por reconocidos autores, investigadores literarios y académicos, algunos de los cuales se desarrollan en más de una de las áreas señaladas. Los nombres de Rubi Guerra, Gisela Kozak y Fedosy Santaella presentes en la VII edición; y Ángel Gustavo Infante, José Pulido y Violeta Rojo en la VIII, demuestran el énfasis que pone la organización del evento en invitar a figuras calificadas y conocedoras del acontecer literario venezolano para cristalizar la muestra de cada año.

Luego de ocho ediciones ininterrumpidas, el Premio de Cuento Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores se ha consolidado como uno de los encuentros más importantes del país al que acuden las plumas (o los teclados, que es el caso) nacientes de nuestra narrativa, las cuales están conscientes de la creciente relevancia que adquiere dicho certamen en esa labor de no sólo dar a conocer las voces nuevas de la narrativa local, sino de asentar los primeros pasos de muchos nombres que en la actualidad ya tienen su lugar propio en la extensa geografía de la narrativa venezolana actual.

Este volumen recoge cuentos de Delia Mariana Arismendi, Gabriel Payares y Maikel Ramírez como los ganadores de la VII edición; así como de Tibisay Rodríguez, Rodolfo A. Rico y Juan Manuel Romero en la VIII edición. A estos nombres se le suman textos de Nora Edén Mora, Andrea Carolina López, Carlos De Santis, Ricardo Ramírez Requena y Caín (VII edición); así como de Pedro Varguillas, Isabella Saturno, Víctor Mosqueda Allegri, Yorman Alirio Vera, Diego Alejandro Martínez, Roberto Enrique Araque y Rosanna Álvarez Barroeta, participantes de la VIII edición.

Leer este volumen es pasearse por una muestra del pensamiento y las vicisitudes a las que ha estado enfrentándose la juventud venezolana durante estos difíciles. Es leer su manera de permanecer, de estar, de ser parte. Su manera de recordar la fragilidad humana en un país en el que esta percepción acecha cada instante en que estos jóvenes respiran, otean horizontes, creen sin creer. Viven.

Sean bienvenidos.

 

Prólogo del libro Premio de Cuento Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores VII – VIII 

Jóvenes Autores V – VI (prólogo)

El reconocido narrador paraguayo Augusto Roa Bastos señaló en una ocasión que escribía “para evitar que al miedo de la muerte se agregue el miedo de la vida”. Una razón de peso, sin duda alguna, que justifica dedicarse a una tarea tan ardua, ingrata, solitaria e incierta como lo es eso de encerrarse durante horas no sólo para juntar palabras en busca de su musicalidad, sino de ambicionar la (no siempre lograda) tarea de construir universos ficticios y reales a la vez. O de universos que no existen, pero que tienen que aparentar que sí existen. O bien, que de tanto elaborarlos, terminan siendo verdaderos al menos en la mente del lector. O, en última instancia, que de alguna forma existen porque cuando se habla de alguien —así ese alguien sea de ficción—, se habla, en el fondo, de todos y de cualquiera. Tal es la escritura de ficción. Una forma de enfrentar el miedo a la vida abarcando en cada intento un pedazo del mundo que es y del mundo que podría ser. Así, desde el año 2005, el Premio de Cuento Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores se ha dedicado a la tarea de fomentar ese propósito: ampliar el panorama de mundos, de puntos de vista, de historias que cuenten nuestros días y estimulando la creación bien en voces nacientes, en proceso de consolidación o en franco desarrollo de una obra propia. Porque si algo necesita Venezuela en estos momentos es la multiplicidad de voces. La pluralidad de puntos de vista. La posibilidad de contar la compleja y contradictoria realidad circundante desde el universo de la creación —tan huraño a ofrecer resultados a todo aquel que no esté dispuesto a demostrar temple y paciencia—; representarnos, a partir de esos retazos inconscientes que incluyen nuestros miedos, anhelos, recuerdos, fantasías, sueños y experiencias, para así componer un collage del momento actual al margen de las historias oficiales. Uno que muestre cómo pasa a través de nuestros jóvenes esta realidad, indescifrable y alucinante, escapada de toda posibilidad de explicación desde análisis racionales. Y es así como en estas líneas encontraremos historias que hablan de sus universos cerrados, pero también de los valores que sustentan las regiones en las que transcurren dichos universos. El machismo, el hastío, el parentesco religioso de algunos dogmas políticos, un país quebrado en valores, una clase media en bancarrota, delincuentes y psicópatas devenidos en mitos, la violencia en todas sus formas, el amor (o su intento) en medio del desconcierto, la nostalgia, el crimen, la evasión, universos todos que se yuxtaponen y crean un mapa rico en voces que cuentan la realidad desde su perspectiva. Este volumen recoge los cuentos ganadores y finalistas de la V y VI edición del Premio de Cuento Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores, 2011-2012. Los relatos ganadores, entre ambas ediciones, presentan las firmas de autores que ya han ido demostrando su constancia y sus aciertos temáticos y estilísticos: Gabriel Payares, John Manuel Silva, Carolina Lozada, Dayana Fraile, Delia Mariana Arismendi y Miguel Hidalgo Prince ya forman parte de los narradores venezolanos de las actuales generaciones. Todos ellos tienen al menos un título propio publicado y un camino andado en sus exploraciones y reconocimientos. Son parte de los nuevos autores de la casa. A esos se le suman otros que, en mayor o menor medida, también han andado sus propios caminos y asomado los primeros resultados de sus faenas. Esta lista incluye nombres como Mario Morenza, Jorge Gómez Jiménez, Carlos Patiño, Ricardo Ramírez Requena, Nora Edén Mora y Enza García Arreaza, junto a otros como Martha Durán, Daniel Fermín, Arturo Serrano Álvarez, Dacio Medrano, Juan Carlos González Díaz y Katy Civolani. Vale acotar que el jurado conformado en cada edición del certamen ha sido uno de los factores que han garantizado tanto su éxito de convocatoria como la calidad de la muestra. Los encargados de seleccionar los 19 títulos que compendian este volumen de entre más de 350 textos participantes estuvo compuesto por Ana Teresa Torres, Norberto José Olivar y Carlos Pacheco, para la V edición (2011); y Victoria De Stefano, José Luis Palacios y Luis Yslas, en la VI (2012), figuras todas con vasta experiencia en el estudio y desarrollo de la narrativa de nuestro país. En conclusión, dichos textos suponen no sólo una forma de espantar el miedo de la vida, especialmente en un país en el que esta última se acerca más a la pesadilla que al sueño, sino de dejar un valioso testimonio de su vivo paso por estas tierras, que espanta también el miedo a la muerte. Bienvenidos a sus líneas.

 

Prólogo del libro Premio de Cuento Policlínica Metropolitana para Jóvenes Autores V – VI 

El revuelo de los insectos (prólogo)

Dos hombres uniformados huyen a través de una enmarañada selva. Son desertores. Son amantes. Amantes que huyen, buscando la libertad en tanto se adentran en la prisión del otro. Una primera imagen tan paradójica como el hecho de que el hombre puede hacer que el tiempo avance adentrándose en el pasado.

Hombres que son vistos como “insectos”, según el glosario de la revolución de Papá H, como se le conoce a Pablo Hacha, el líder de una tiranía totalitaria de un país imaginario, pero tan real que podría ubicarse perfectamente en cualquiera de los confines del mundo en donde la sed de poder logró detener el tiempo y, con él, todo vestigio de progreso, toda libertad individual, todo sentido de humanidad.

Con esta primera escena, Manuel Gerardo Sánchez da inicio a El revuelo de los insectos, su primera incursión en la novela luego de la aparición de su libro de cuentos Sangre que lava. Y a diferencia de aquellas historias, ubicadas en frívolos ambientes de las clases acomodadas de diversas ciudades del mundo, en esta sus personajes se mueven en un marco donde se desatan los instintos más salvajes del hombre, en el cual deben sobrevivir, una vez derrumbado todo rastro de esas ficciones civilizatorias que sostienen la vida en sociedad para dar paso a su naturaleza más primitiva.

 

Si algo demuestra la literatura (y el arte, en general) es que el mundo es lo que percibimos de él. Es por ello que, en las representaciones de ese mismo mundo, el símbolo es real y la realidad es la expresión que  simboliza la mirada del que cuenta. Con sus prejuicios y sus vértigos, sus manías y sus terrores.

De esta manera, el “estilo del autor” no es otra cosa que la honesta y genuina comunicación de una visión a partir de los elementos que usa para representarlo. Puesto así, se entiende que Manuel Gerardo Sánchez eluda los ambientes frívolos y refinados en los que se desplazan los personajes de Sangre que lava para contarnos esta historia de una dictadura, sangrienta y atroz, y ponga a sus personajes a subsistir en una selva de la que solo saldrán vivos los instintos más feroces.

Con un tono que, por momentos, se sumerge en lo paródico, en El revuelo de los insectos, Emilio (el niño bien, hijo de conspiradores de la clase media) y Jon (hijo de campesinos), representan las dos caras de un mismo engaño, de una sociedad que se dejó seducir por los cantos de sirena del tirano populista, que agita por igual el sentimiento de culpa de los primeros y el resentimiento de  los segundos, para dominarlos a ambos, haciéndoles creer que son los protagonistas de una revolución en la que terminarán siendo las víctimas. Pero, además de representar las dos caras de una sociedad, estos amantes también simbolizan los dos pecados más despreciables para el fanatismo militarista: la homosexualidad y la traición a la causa, que es la traición a una religión en la que un hombre hace de Dios y el paraíso termina convertido en infierno.

Y como esas revoluciones son palimpsestos de una vieja historia, en esta no solo hay un Dios omnipotente y castigador, origen y fin de todo, sino que también hay un único partido autorizado (el Movimiento Social Rural). Y hay, además, tierras conquistadas a la fuerza y Comandos de Distribución y Reacomodo que expropian industrias. Y ex líderes que se apartan del partido para enriquecerse con el fruto de lo saqueado. Y supuestas amenazas extranjeras y restos de antiguas oligarquías desplazadas acusadas de conspiradoras. Y gente que huye. Y juicios sumarios. Y una deshumanización paulatina que abarca todos los órdenes de la vida.

En El revuelo de los insectos es inevitable el tono paródico porque la impostura de esos procesos, sus predecibles desenlaces, su burda puesta en escena, no deja de ser una caricatura. Salvaje, sangrienta, pero caricatura al fin.

Y, nuevamente la paradoja, nuevamente el símbolo como realidad, serán esos personajes caricaturizados como insectos quienes, en su revuelo, demostrarán que cuando la dignidad de cómo se vive resulta arrebatada, cualquier gesto la restituye, al menos a la hora de escoger cómo se muere.

 

Es una historia acerca de una huida inútil y un derrumbe circular. Ni los amantes que se esconden, ni la maldad del hombre, ni la fuerza telúrica de la selva parecen tener fin. Y Manuel Gerardo Sánchez, recordando que el arte vive de los contrastes, cuenta todo ese horror y todo ese asco desde sus peculiares búsquedas expresivas, desde su particular tesitura. En tanto más terrible la realidad más se distancia, más se solaza en la música de sus pasajes.

El revuelo de los insectos es un grito de rabia contra el salvajismo y la persecución, cocido desde un lenguaje voluptuoso y elaborado porque, así como cuando toda ficción colectiva se hace añicos cada quien decide cómo muere, cuando el horror lo alcanza todo cada autor decide cómo lo cuenta. Y decide cómo armar un universo que le permita, siquiera por momentos, ponerse a salvo.

 

Prólogo al libro El revuelo de los insectos, de Manuel Gerardo Sánchez (Editorial Egalés, 2020)